Las propuestas matrimoniales originales se han puesto de moda: los hay quienes lo hacen en una montaña rusa, en una montaña real, en el mar, de cabeza, cayendo en paracaídas, etc.
Esta vez, Adrian Gardiner se arrodilla para hacerle la propuesta a su enamorada Libbi, pero ella estaba tan concentrada en quitar los papeles de periódico de las ventanas de su nuevo salón de belleza, que no notó que Adrian estaba afuera arrodillado, con el anillo en mano, listo para pedirle que sea su esposa.
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