Esta mujer de 35 años, llamada Lucrecia, ha decidido esperar a que la muerte venga y se la lleve. Este caso se ha dado en la ciudad de Santa Tereza Carazo, en Nicaragua.
Lo increíble de todo esto, es que hasta sus familiares lo han creído y la apoyan en su decisión. Pero son sus hijos los que más sufren con esta situación, quienes la ven acostada en un ataúd sin moverse ni hablar, ni nada.
Ella había prometido pararse hoy por la mañana a estirar el cuerpo un poco y volver de nuevo al cajón...
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