Con una multitudinaria rueda de prensa, convocada ayer por dos prostitutas que, siendo menores de edad, 13 y 14 años, ofrecieron servicios sexuales en un lujoso burdel de esta capital a un gran número de famosos, vuelve a emerger el fantasma del escándalo que hace tres décadas convulsionó a Suecia. En su día se implicó en el caso, entre otros, a Olof Palme, jefe del Gobierno socialdemócrata, a varios ministros, diplomáticos, personalidades extranjeras de visita en Suecia, al líder centrista, al presidente y a la vicepresidenta del Riksdag o Parlamento.
Aquellas niñas, hoy mujeres que sufren las secuelas de su infancia, han decidido vengarse de los políticos que abusaron de ellas y del Estado sueco que decidió callar su miseria. Una de ellas Eva Bengtson, con ayuda de un abogado estrella, Niclas Karlsson, expuso ayer su horrible vida en aquel prostíbulo y cómo la «madame» las obligabas a ella y a su prima a complacer a los clientes.
Además de presentar una lista con los setenta nombres de famosos, explicó que exigen un millón de coronas cada una (100.000 euros) de indemnización al Estado y una excusa oficial.
Las primeras consecuencias de estas revelaciones han sido inmediatas. Mientras los implicados se rasgan las vestiduras y declaran su inocencia, el mecanismo de la Justicia se ha puesto en marcha y pronto asistiremos a uno de los juicios con más proyección nacional e internacional.
Fuente ABC
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